Friday, October 26, 2007

articulo de periodico

No sy muy dado a reseñar logros profesionales, pero uno de vez en cuando no esta mal.Este del heraldo de Barranquilla

Yo soy la música que escucho

Por Armando Ruiz

LuegoAl salir de la casa su hijo puede llevar puesto un par de tenis con colores muy llamativos, un jean roto y desgastado. También puede estar vestido con una camiseta desteñida y un peinado andrógino. Y si es una mujer puede llevar un peinado seductor, un escote muy profundo y un descaderado que le hace ver el comienzo de los glúteos.

Lo anterior se complementa cuando notamos que están escuchando a toda hora y con volumen exagerado canciones de reggaetón, rock o música metálica. Todo esto es motivo de alarma para muchos padres, pues sienten que sus hijos andan en malos pasos.
La creencia generalizada de que los jóvenes amantes del reggaetón, el metal o el rock van por mal camino podría venirse abajo con una investigación en la cual se advierte que la música no origina actos violentos ni perjudiciales en las personas.

Jorge Galindo, psicólogo clínico de la Universidad del Norte y líder del estudio, señaló que el hecho de escuchar determinado tipo de música no convierte a alguien en una persona violenta, morbosa o drogadicta.

“Tiene que haber algo violento, morboso o desajustado dentro de la persona para que se enganche a la canción y origine el acto dañino”, expresó.

Las personas que escuchan y prefieren ritmos como la salsa, el merengue, la clásica, el jazz y metal encuentran en esos sonidos algo que los atrae y emociona.

“Hay algo que dice el rock o el reggaetón que me lleva a mi propia historia. Hay algo de mí mismo, de mi propio ser que está involucrado en lo que el cantante dice y también en la propuesta musical como tal”, explicó Galindo.

En varias de sus consultas el psicoanalista notaba que sus pacientes tenían la tendencia a escuchar una misma canción que los entristecía. Galindo descubrió que estas personas tenían el hábito de encerrarse en su cuarto, apagar la luz y llorar. Galindo descubrió que el problema en sí no era de la canción sino algo que no estaba bien dentro de la persona.“

Las canciones se convierten en un síntoma de que algo no está elaborado en la vida de los pacientes. Muchos asumen las melodías como una cita con el masoquismo”, destacó.

La conclusión a la que llegó el psicoanalista fue que las personas no llegan a determinado gusto musical por casualidad, sino que hay algo en la melodía y la letra del ritmo con el cual se identifican.

“La música no es mala; uno es el que tiene algo malo dentro. Prueba de ello es que muchas personas escuchan canciones que son alegres y se entristecen. Además hay rock, metal, reggae, merengue y salsa cristiana”, explicó el psicoanalista.

Una nueva investigación advierte que algunos géneros musicales y canciones no son una mala influencia para los jóvenes, sino que hay algo dentro de esa persona que sale a relucir cuando escucha esos ritmos. La música dice algo de la persona que la escucha.

“Un principio de Sigmund Freud advierte que nada es al azar. Es decir, que si a uno le interesa determinado tipo de música es porque hay algo de esa propuesta que da respuestas a las preguntas personales que uno lleva dentro y de lo que uno es”, manifestó Galindo.

Galindo realizó su investigación con un grupo de jóvenes adolescentes que escuchaban música metal. El experto encontró que había algo en el sonido y las vestimentas que respondía a las preguntas de esas personas.Aseguró que esta clase de música responde inquietudes como la muerte ya que en esa edad se empieza a perder el cuerpo infantil y la protección de los padres para empezar a ganar el cuerpo y la independencia del adolescente.

Además, es una etapa de mucha pérdida y duelo para el joven. Aparece entonces la música metal como una respuesta a todos estos cuestionamientos del adolescente.Según el experto, esas vestimentas negras o caras tapadas con el cabello son muestras del cuerpo que está en transformación o un perder para ir ganando.

En el caso del reggaetón, Galindo señaló que esta clase de música trata de responder preguntas como qué es ser hombre y qué es ser mujer. Añadió que ese ritmo resuelve cuestionamientos sobre el cuerpo y por eso muchos adolescentes se identifican.

“El reggaetón implica preguntas sobre la construcción de mujer y hombre. Si uno analiza, el reggaetón muestra siempre una mujer fácil, la del plan o como objeto sexual”, sostuvo.

El psicoanalista destacó que el problema en sí no es del reggaetón. Dijo que esta música muestra una realidad cultural de la posmodernidad en donde la sexualidad es desenfrenada. Precisó que el lema principal de la posmodernidad es gozar.

“Es decir, tienes que bailar, tener sexo y mujeres, y si no lo haces estás mal. Es decir, hay una obligación cultural hacia el desenfreno por el goce”, manifestó.La música que escuchamos es el reflejo de lo que somos y del contexto cultural que estamos viviendo.

De acuerdo con el profesional, la salsa reviste el contexto callejero y de ciudad. Es lo sórdido que hay del ser humano en medio del anonimato de las grandes ciudades.“Por ejemplo, el contexto de la salsa en Nueva York que se tuvo en algún tiempo era romper con el anonimato.

Veamos el caso de Rubén Blades que convirtió historias dolorosas como las del ‘Padre Antonio’ a un ritmo que se podía bailar”, explicó.Con otros ritmos como el merengue o la música romántica, Galindo dijo que el primero responde a preguntas del cuerpo por ser más erótico.

En el caso del segundo, se toca la temática del amor y de la relación de pareja, siendo las letras de esta melodía un poco más subliminales.“Así como las canciones son una proyección de quien las crea o quien las produce, de igual forma define lo que siente cada persona en determinado momento de su vida o del tiempo que está viviendo”, afirmó el especialista.

Prueba de lo anterior es que los adultos se quedan con las canciones que escucharon durante su generación. No se identifican con los ritmos actuales ya que su música favorita respondía a cuestionamientos propios de su época. En los sesenta se vivía un ambiente de protesta y rebeldía. Los jóvenes iban en contra de las reglas y las creencias de la época.

Por las canciones que se crearon y se escuchaban en ese tiempo respondían a las preguntas que se desarrollaban en ese contexto.“Hoy en día escuchamos una música más plástica y más alejada de la naturaleza. Los ritmos actuales responden a la industrialización y a la inmersión que hay en los medios de producción”, explicó Galindo.Así como la pintura habla del pintor que la realiza; o la escultura dice algo del artista que la realizó, también la música muestra lo que lleva guardado la persona que la produjo y además de quien la escucha.

1 comment:

Costennita said...

A mi me gustó ese artículo... le hubieses colocado la fotico para ambientar!!!